Charla sobre La amenaza penal a la libertad de expresión, por José Luis Ramírez Ortiz, miembro de Jueces para la Democracia y de la dirección del Grupo de Estudios de Política Criminal.
"En los sótanos de todo Estado democrático permanece enclaustrado un Estado absoluto que pugna por liberarse de su encierro y salir a la luz. Cada vez más se manifiesta esta pugna. Una pugna en cierto modo inevitable, pues el Estado democrático es democrático, pero también es Estado y, por tanto, poder, que, como todo poder, se pretende absoluto. Una pugna que, por desgracia, se resuelve en los últimos tiempos con la salida a la superficie de Leviatán, cuya atenta mirada, mientras pasea por la plaza pública a plena luz del día, nos recuerda la debilidad de nuestro edificio de libertades. Una debilidad que deriva tanto de la inestabilidad estructural de los viejos cimientos como de la endeblez de los nuevos materiales constructivos, que ocasionan amplias grietas por las que, con creciente frecuencia, se cuela aquél para hablarnos con un lenguaje que creíamos olvidado y que nos resulta lejanamente familiar.
Se ha dicho que donde termina el lenguaje empieza la violencia. La función civilizadora de la palabra se manifiesta, entre otros ámbitos, en el del derecho. Instaurado el derecho, sólo la violencia que lo apoya será legítima para ese derecho. Pero no todo derecho es legítimo. Sólo el que reúne determinadas condiciones, construidas colectivamente, puede enfrentarse a un examen más allá de sus propias y contingentes premisas. En los Pactos Internacionales de derechos y libertades y las partes dogmáticas de las Constituciones posteriores a la barbarie de mediados del siglo pasado cristalizaron parte de esas exigencias. Fuera de ellas, habrá derecho como norma pero no será legítimo.
En fechas recientes el Centro Social y Cultural de Gestión Ciudadana "La Invisible" se ha convertido en objetivo del Leviatán por defender la libertad en el ejercicio de prácticas artísticas y debates ciudadanos, y reivindicar un espacio común de diálogo y entendimiento entre lo diverso e incluso antagónico, como mecanismo y dispositivo fundamental que confiere solidez a la estructura de convivencia democrática, y en la que el Estado-Nación se pliegue ante la Ciudad-vivida, devolviéndole el protagonismo al que nunca debe renunciar una ciudadanía libre y plenipotenciaria.
Evidentemente este pliegue devolutivo nunca ha sido ni será voluntario, de ahí lo crucial del conocimiento colectivo para acercarnos y comprender las claves de este escenario de conflicto en términos afirmativos, y sobre todo afectándonos de la alegría que simboliza y significa la toma de conciencia en los procesos transformadores de la realidad, con la búsqueda y el hallazgo de nociones comunes".